viernes, 19 de octubre de 2012

Capitulo 2 - Sira (Saga Blood Academy 1)




Alexei Dainelli entró en su casa caminando apresuradamente. Su padre lo había llamado por teléfono dos horas antes pidiéndole que fuera cuanto antes a casa, así que allí estaba.
Caminó por los largos pasillos saludando a los guardias que se encontraba a su paso. Al girar la última esquina, visionó la gran puerta del despacho de su padre. Su expresión se llenó de preocupación cuando observó a ocho guardias flanqueándola, que se apartaron para dejarlo pasar. Abrió la puerta sin siquiera llamar y cuando entró, se paró abruptamente y miró a su alrededor, sorprendido al ver a tanta gente importante allí reunida.
 

Todos se giraron hacia él cuando oyeron el estruendo que causó la puerta. Se angustió todavía más al ver sus rostros, que mostraban una mezcla de estupefacción,  preocupación y miedo. Los observó un momento más, tratando de descifrar cual seria la causa de sus expresiones y se asustó sobre manera cuando advirtió que su madre no se encontraba en el despacho. Alexei buscó rápidamente a su padre con la mirada y lo localizó tras su escritorio, mirándolo con una mezcla de expresiones que no supo entender.             —¿Le pasó algo a mamá? —preguntó, preocupado, mientras se acercaba a él.             —No. No es eso.
 Su padre se levantó y salió de detrás de su escritorio para acercarse a él.             —¿Entonces que pasa? ¿Porque me has llamado con tanta urgencia? —quiso saber.
Su padre se paró frente a él, poniendo las manos sobre sus hombros y un momento después lo abrazó.
 El despacho se quedó en absoluto silencio. Su padre se separó de él, un momento después, con un suave apretón y lo miró fijamente. Alex se asustó al ver su mirada cargada de lágrimas contenidas.
 Entonces le dijo algo que le destrozó el corazón.
            —Hijo… tu hermana...Sira está viva —confesó el rey a duras penas. Alexei se tensó al escuchar el nombre prohibido, una expresión de incredulidad instalándose en su rostro. Cerró los ojos. Debía estar soñando de nuevo, no podía ser otra cosa. Su hermana estaba muerta, había muerto por su culpa, le prometió que cuidaría de ella. Le había fallado y la consecuencia de ello había sido su muerte.
 Intentó convencerse de que estaba en Blood Academy y de que pronto sonaría el despertador, pero cuando abrió los ojos de nuevo, la cara de su padre seguía estando delante suyo. La realidad comenzó a abrirse pasó en su mente y empezó a negar inconscientemente mientras retrocedía.             —Ella está muerta. Hubieron testigos que presenciaron como la expusieron al sol —le recordó con voz entrecortada.
Su padre avanzó hacía él con la mano extendida, sabiendo lo que estaba sintiendo su hijo y queriendo proporcionarle su apoyo. Poco después del secuestro de su hermana, algunos humanos aseguraron haber visto a alguien exponiendo al sol a una Valía. Ellos no se dieron cuenta de que se trataba de  Sira hasta que vieron su foto en las noticias.
            —No era ella —le respondió con paciencia su padre mientras suspiraba y se pasaba un mano por el pelo en señal de agotamiento— No sé que pasó. No entiendo con que propósito nos hicieron creer que estaba muerta.
 Alex se aclaró la garganta mientras intentaba contener las lágrimas que amenazaban con escapársele.
             —¿Como sabes que está viva? Su padre le explicó todo lo que sabía sobre la carta anónima en la que ponía la ubicación de ese lugar en el Bosque Nacional de Los Ángeles.             —Y hace tres horas, recibí una llamada suya diciéndome que  habían encontrado a tu hermana en esa casa abandonada.
             —Pudieron haberse equivocado, papá. No puede ser. Su padre frunció el ceño y Alex se dió cuenta de que parecía como si no se alegrara. No era eso. Lo que ocurría era que no quería hacerse ilusiones y después llevarse una decepción.
 Su padre se acercó al escritorio y giró la pantalla de su ordenador hacía él.
Alexei miró fijamente la pantalla sin poder creer lo que veía. Era una foto en la que aparecía una Vani a la que un Policía sujetaba para lograr que mirara hacía quien fuera que estuviese tomando la foto. Estaba sucia y demasiado delgada, pero sus ojos...Alex contuvo el aliento. Esos ojos eran los mismos que aparecían en sus pesadillas cada noche, implorándole que la salvara.
 Carraspeó y se pasó la mano por los ojos para apartar las lágrimas que habían conseguido escapársele. Si su hermana no murió, ¿Que había sido de ella durante los últimos sesenta y seis años? No sabía que había hablado en voz alta hasta que escuchó la respuesta de su padre.             —Estaba encerrada en un Caserón abandonado en el Parque Nacional de los Ángeles. No había nadie más allí, así que lo más probable es que fueran de vez en cuando a darle de comer Alexei quiso saber más, pero se interrumpió al escuchar jadeos y gruñidos procedentes del pasillo. Un momento después la puerta se abrió con gran estruendo, haciendo que todos giraran hacía allí.
Alexei se quedó mudo al contemplar a la Vani que había ante él. Al ver la foto, sus dudas se habían disipado al instante, pero verla en persona hizo que se quedaran sin aliento. Era ella. Su hermana estaba viva.
 La miró recorrió con la mirada, grabándose cada detalle. Estaba muy sucia. Tenía el pelo encrespado y echo un desastre, aunque se podía apreciar que era de un brillante color dorado. Su ropa estaba rota y vieja y era de una talla mucho más grande que la suya. Levantó la mirada hacía sus ojos. Dios santo. Por un momento dejó de respirar. Durante mucho tiempo había creído que jamás volvería a ver esos ojos.

Comenzó a caminar hacia ella inconscientemente. De su cabeza había desaparecido todo pensamiento coherente y solo podía pensar en llegar hasta ella y tocarla para asegurarse de que era real. Una vez hubo estado lo suficientemente cerca, estiró la mano hacia ella, necesitando comprobar que era de carne y hueso, pero en el momento en que lo hizo, ella mostró sus pequeños y afilados colmillos y los clavó en su muñeca. No hizo nada para detenerla.
 Vió como algunos guardias se acercaban rápidamente para apartarla de él pero les hizo un gesto para que se detuvieran.
             —Es AB+. No pasa nada. Conocía el grupo sanguíneo de su hermana. Ella había nacido con la bendición de ser AB+ así que podía alimentarse de cualquier tipo de sangre sin ningún problema. No iba a permitir que nadie la apartara de él otra vez. Ya lo habían logrado una vez por su culpa. Por ser débil. Pero eso no iba a volver a pasar. Si ella quería beber de él, así sería. Además, por la palidez de su rostro y la intensidad de sus ojos, supo que debía llevar mucho tiempo sin alimentarse. 

 ***** Cuando ese Vancor había intentado sacarla del lugar donde había estado recluida desde que podía recordar, Sira había luchado con todas sus fuerzas intentando liberarse. Aunque fué en vano. Cuando salió al exterior su mirada fué atraída por los enormes árboles que llenaban el bosque y por un momento se dejó arrastrar por él, pero se dió cuenta y siguió luchando por liberarse. Momentos después, notó como alguien le ponía un trapo en la boca desde atrás. No recordaba nada desde ese momento hasta que despertó en un 4x4 rodeada por cuatro Vancors armados hasta las pestañas y con expresiones iracundas. Seguía esposada y no creía poder liberarse si seguía luchando contra ellos. En cambió se hizo la dormida e intentó quitarle el cuchillo al hombre sentado a su derecha. Casi lo consiguió, pero el que conducía debió darse cuenta de lo que intentaba hacer porque puso sobre aviso al otro, acabando con sus posibilidades de liberación. Al menos por el momento. Después de lo que parecieron horas, pudo visionar ante ella lo que parecía una mansión victoriana. Era enorme y con jardines llenos de flores. Se dió  cuenta de que estaba rodeada por un frondoso bosque y lo archivó en su memoria para sus próximos intentos de fuga. El todoterreno paró ante unas enormes puertas de hierro y el Vancor que conducía se puso a hablar con alguien que se encontraba al otro lado. Se fijó en que había varios Vancors armados al otro lado, y pensó que saber esto también podría servirle en el futuro. Las puertas se abrieron como por arte de magia y el coche se introdujo en la propiedad por el camino que conducía a la casa. Una vez hubo parado el vehículo, el hombre a su derecha, al que había intentado robar el cuchillo, la obligó a bajar. Cuando lo hizo, los otros tres ya esperaban fuera y la rodearon mientras subían por las escaleras que conducían a la puerta principal, que se abrió de par en par antes de que llegaran al rellano. Al traspasar la entrada se fijó en cada detalle. El recibidor era amplío y en el medio  había una majestuosa escalera que conducía al piso superior. Se fijó en cada puerta y ventana, en cada rincón y posible escondite. Había sirvientes y más guardias, que la observaban con una expresión extraña y se inclinaban a su paso. Sira se tragó una sonrisa cuando les hizo una mueca y dieron un paso atrás, asustados. Los guardias la condujeron escaleras arriba y una vez allí, atravesaron un largo y ancho pasillo con muchas puertas en los laterales.
 Finalmente llegaron a una zona más amplia que se dividía en tres nuevos pasillos. Tomaron el de la izquierda y siguieron avanzando en silencio. Era una casa con un estilo antiguo y majestuoso, elegante pero sin dejar de ser acogedor. Se dió cuenta de que le resultaba familiar. Al fin llegaron al final del pasillo y se pararon ante una puerta de madera con puertas dobles y aspecto robusto.
 Estaba flanqueada por dos guardias que la miraron carentes de expresión. Aunque a Sira le pareció vislumbrar un leve tic en el ojo izquierdo de uno de ellos. Se dió cuenta de que los Vancors a su alrededor habían bajado la guardia y decidió intentarlo de nuevo. Sabía que iba ser imposible escapar pero pensó que al menos debía intentarlo.
 Saltaron sobre ella como aves de rapiña. Los pateó, mordió e intentó liberarse de su agarre, pero eran seis contra una y aunque ella era más lista, ellos eran más fuertes. Luego pensó que era extraño que no utilizaran su fuerza contra ella. Podían haberla noqueado para evitar que escapara, en cambio, exceptuando el tiempo que había permanecido inconsciente, había estado despierta todo el tiempo y en ninguno de sus intentos de fuga la habían agredido. Uno de ellos abrió la puerta y la obligó a entrar en la habitación. Sira observó como todos los presentes posaban su mirada en ella y quiso huir y esconderse del mundo antes de que pudieran hacerle daño. Se que quedó paralizada cuando su mirada se cruzó con la del Vanor que había en el centro de la habitación.
Tenía el cabello tan oscuro como ella claro, era alto y de complexión fuerte, pero lo que más le llamó la atención fueron sus ojos. Esos ojos eran con los que soñaba cada noche.
Vió como la estudiaba del mismo modo en que ella lo estudiaba a él. Un momento después comenzó a caminar hacia ella.
Sira contuvo el aliento mientras notaba como un nudo le atenazaba la garganta y sin saber la razón.

El chico continuó caminando hasta que estuvo frente a ella y después estiró la mano exponiendo su muñeca de forma inconsciente.
Sira no pudo contenerse. Necesitaba alimentarse y al ver esa muñeca tan blanca y expuesta perdió el control. Se lanzó hacía ella y mordió sin contemplaciones, bebiendo con desesperación.

1 comentario:

  1. Genial capítulo. Que nervios con los vacors y la camioneta. El final nos deja ganas de más guapa.
    Espero el próximo. Un beso grande, Lou

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